Vista al mar, habitaciones climatizadas y, a sólo unos pasos, una piscina de azul intenso a la sombra de dos palmeras cocoteras… ¿quién no ha soñado con una casa en la playa? Este es un anhelo de gran parte de la población, al menos desde la generación de nuestros abuelos. En un país como el nuestro, con varios miles de kilómetros de litoral, hasta parece un desperdicio vivir lejos del sol y la arena, sin el rumor de las olas inundando el silencio de la noche: la antesala del paraíso terrenal. Sin embargo, son pocas las personas que adquieren una propiedad en un destino turístico, lo cual no significa que no sea una buena idea: al contrario, sigue siendo una estupenda inversión, pero con reglas y condiciones que han cambiado en este siglo, y que merece la pena aprovechar al máximo. ¿Cuáles son las ventajas de adquirir una propiedad de este tipo? Te lo contamos enseguida.
Acceso a tu propio refugio vacacional
En un mundo en el que predomina la propiedad privada, es inevitable que una vivienda de descanso propia se vuelva un producto aspiracional. Actualmente existe una enorme oferta, y en crecimiento, de unidades habitacionales en destinos del Caribe y del Pacífico mexicanos, por ejemplo. Ciertos destinos han ido a la baja por distintos factores, uno de ellos la inseguridad, como es el caso de Acapulco y Manzanillo, mientras que otros vienen descollando desde hace algunos años, como Bucerías y Sayulita, en Nayarit, Tulum y Playa del Carmen en Quintana Roo y, más recientemente, La Paz en Baja California Sur.
Tanto la libertad de disponer de la propiedad cuando se desee como la comodidad de hacerlo sin mayores trámites, sino con llave en mano, convierten a esta opción en una de las más seductoras para inversionistas principiantes o experimentados. La clave está, por supuesto, en elegir la opción más adecuada para el perfil de inversor, la capacidad de pago y el estilo de vida que se tenga o al que se aspire, porque no es lo mismo comprar una vivienda de playa para una pareja que para un matrimonio con hijos y numerosa familia extendida.
Rentabilidad y ahorro a largo plazo
Adquirir una vivienda vacacional se vuelve bastante atractivo por varias razones, y una de las más poderosas es la de combinar el esfuerzo del ahorro con los encantos del placer y el relax. La fórmula es casi hechizante, y ese es un motivo por el que estas propiedades han crecido vertiginosamente en los últimos años, hecho que se ha reforzado por la popularidad ganada a pulso por las plataformas como Airbnb, que ayudan a simplificar el proceso de hospedaje tanto para el dueño de la propiedad como para el vacacionista, que además encuentra variedad, calidad y precio sin batallar.
Es una inversión inteligente, pues cuando la propiedad no está rentada el dueño dispone de ella a sus anchas, de modo que cuando no llena su bolsillo es posible que nutra su cuerpo y su corazón de bellas experiencias de descanso. A todo esto hay que agregar, no lo olvidemos, la ventaja clásica y garantizada de cualquier bien inmueble: cada año la propiedad valdrá más y más.
Flexibilidad y posibilidad de intercambios
Otra de las deliciosas bandades de las viviendas vacacionales es su versatilidad: no sólo puedes disfrutarlas en carne propia o alquilarlas a cambio de una renta tan jugosa que jamás la obtendrías de una vivienda citadina, sino que también te permiten ofrecerlas a, por ejemplo, el propietario de una unidad similar en otro destino de playa, con lo que las posibilidades de disfrute se multiplican. En pocas palabras, podrías fácilmente llegar a gozar de varias propiedades al año, en distintos destinos, a cambio de poseer una sola.
Hay unas cuantas claves que hay que identificar para tomar la mejor decisión y adquirir la propiedad más adecuada para las aspiraciones y condiciones personales, porque —como ya lo hemos comentado en entradas previas de este blog— hay por lo menos tres tipos de inversionistas y, además, las personas pertenecemos a nichos específicos del mercado inmobiliario.
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